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Incendio en el Barrio 20 de Junio: La Desesperación de una Familia Atrapada por las Adicciones

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El reciente incendio de una vivienda en el barrio 20 de Junio, ubicado en el kilómetro 3 de Eldorado, ha puesto de manifiesto el doloroso calvario de una familia afectada por la adicción de uno de sus integrantes. Este trágico episodio tiene como protagonista a Ricardo, un joven de 18 años que, según sus familiares, no ha podido superar su adicción a las drogas. El suceso fue el resultado de una larga serie de problemas que culminaron en un ataque a su vivienda por parte de un grupo de personas que intentaban matarlo.

La Noche del Incendio: Un Ataque Desesperado

En la madrugada de este martes, un grupo de personas persiguió a Ricardo hasta su casa. Según los vecinos, el joven había estado deambulando por el barrio, y algunos creen que estaba robando, lo que desencadenó la persecución. Los agresores llegaron hasta la vivienda, donde comenzaron a arrojar piedras, no solo a la casa de Ricardo, sino también a las viviendas vecinas. Finalmente, uno de los miembros de la pandilla decidió prender fuego la casa, bajo la suposición de que el joven estaba adentro.

Afortunadamente, Ricardo no se encontraba dentro de la casa en ese momento. Estaba en la parte trasera, donde hay un baño separado de la vivienda principal, y fue allí donde lo encontraron sus familiares, sano y salvo.

El dueño de la vivienda, «Coco» Brítez, no estaba presente en ese momento. Había decidido retirarse de su propio hogar tiempo atrás, debido al constante maltrato y amenazas por parte de su hijo. En un diálogo exclusivo con un medio local, Brítez explicó cómo la adicción de su hijo a las drogas había destruido su hogar y su familia.

El Calvario de un Padre: Una Lucha Contra las Adicciones

Brítez describió en detalle los tres años de sufrimiento y lucha que ha enfrentado para intentar sacar a su hijo de las drogas. Durante todo este tiempo, ha buscado ayuda en diferentes instituciones, pero se ha encontrado con obstáculos legales y falta de apoyo. Según Brítez, la Ley de Salud Mental no permite la internación obligatoria de una persona adicta sin su consentimiento, lo que dificulta que los jóvenes como su hijo reciban el tratamiento que necesitan.

«Luché, lo interné, fui a la Justicia, pero no tenemos derechos. Los llevan y los largan… son enfermos«, expresó con impotencia. Ricardo pasó por varios centros de tratamiento, pero en todos los casos, se escapó y volvió a caer en el consumo de drogas. Esta situación ha llevado al joven a delinquir para poder comprar sustancias, lo que ha generado problemas con la ley y con su propia familia.

De hecho, Brítez reveló que su hijo ha llegado a desmantelar la casa en la que vivían, robando objetos como la ducha, el inodoro, el cableado e incluso el medidor de energía para venderlos y obtener dinero para comprar drogas.

Una Familia Destruida: El Dolor de un Padre que No Ve Soluciones

La desesperación de Brítez llegó a tal punto que, en más de una ocasión, ha deseado la muerte de su hijo. «Quiero que lo maten, porque eso es lo que se merece», declaró en un momento de profundo dolor. También mencionó que, en el pasado, había llegado a pedir a otras personas que «lo tiraran a un pozo», y afirmó que no lo lloraría si eso llegara a ocurrir.

Aunque estas palabras pueden sonar duras, reflejan el extremo al que ha llegado esta familia tras años de sufrimiento. «Si yo lo mato, me voy a la cárcel», dijo Brítez, quien siente que no tiene más opciones para lidiar con la situación de su hijo.

La historia de Ricardo no es nueva. Brítez relató que en una ocasión, su hijo viajó a Buenos Aires para tratarse, pero escapó y comenzó a robar. Durante ese tiempo, fue baleado en un asalto, recibiendo un disparo en el abdomen que lo dejó al borde de la muerte. A pesar de la gravedad de la situación, y de los esfuerzos de su padre para ayudarlo, el joven no cambió su comportamiento. Antes de terminar su tratamiento, volvió a caer en las drogas y la delincuencia.

El Incendio: Un Intento de Homicidio

El incendio que destruyó la casa de Brítez fue intencional, según las declaraciones del padre, y fue perpetrado por personas vinculadas al círculo de Ricardo. «Lo buscaban para matarlo», explicó Brítez, señalando que su hijo había sido atacado en el pasado, recibiendo disparos en Eldorado. El joven se negó a recibir atención médica, argumentando que se curaría con las drogas.

Este último incidente ha llevado a Brítez a tomar la decisión de vender la propiedad. Con lágrimas de bronca, el padre expresó que su plan inicial era dejar la casa a su hija de 15 años, pero «llegó esta desgracia». El incendio destruyó la vivienda y dejó a la familia sin un lugar donde vivir. Esta misma mañana, Brítez estuvo rematando las chapas que lograron salvar del fuego.

El Futuro de Ricardo: Una Situación Sin Salida

Cuando se le preguntó si algún miembro de la familia podría ofrecer apoyo a Ricardo, Brítez fue claro en su respuesta: «Va a vivir tirado, porque nadie lo va a ayudar». Afirmó que si ve que su hijo está enfermo, lo dejará morir. «Que se muera, que sufra hambre», dijo con amargura.

La historia de Ricardo es un ejemplo trágico de cómo las adicciones pueden destruir no solo la vida de una persona, sino también la de toda su familia. Según información recabada por este medio, el joven habría comenzado a consumir drogas a una edad temprana, influenciado por un hermano mayor involucrado en el narcomenudeo. Este hermano lo habría introducido en el mundo de las drogas y lo utilizó como dealer, aprovechando que, por ser menor de edad, era inimputable. Aunque ese hermano mayor se fue de Eldorado y perdió contacto con la familia, Ricardo quedó atrapado en las garras del crack y la pasta base.

Conclusión

El caso de Ricardo Brítez es un llamado de atención sobre los efectos devastadores de las adicciones en las familias y la necesidad de un mayor apoyo institucional para abordar esta problemática. La falta de acceso a tratamientos adecuados y las barreras legales impuestas por la Ley de Salud Mental dificultan que jóvenes como Ricardo reciban la ayuda que necesitan para salir de este ciclo destructivo.

Mientras tanto, su familia continúa viviendo en un estado de desesperación y desamparo, sin saber cómo resolver la situación. El incendio de su hogar es solo el último capítulo de una historia marcada por la tragedia, la violencia y la lucha por la supervivencia.


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